Tuesday, October 17, 2006


Algo se va acercando a la noche,
una lenta gota de lluvia que cae
tras los cristales...

Soy como aquel payaso cuya lágrima
era lo único real en su maquillada cara.

Sólo soy un lecho que acuna tus sonrisas ahora,
unos labios y unas manos que se llenaron de pintura
anhelando acariciar el invisible lienzo de tu cuerpo desnudo.

Sólo un deseo ahora: permitirme un amanecer
borrado de recuerdos que sólo un presente
convertido en pasado es capaz de borrar.

Soy de ese mismo tiempo en que cambia mi forma,
que regresa a mis labios nuevamente el sabor a sal,
tiempo que tú borras y amaneces de la ola a la arena...
de la arena al mar... embriagada de salitre.

De cada palabra tan sólo quedan ya vacíos,
como de cada una de las sonrisas una arruga
que transforma la nariz coloreada.

De cada beso no entregado quedan partículas de saliva
adornadas de palabras que vuelan con el viento.

De cada beso, de mi beso a tu vacío,
a esas palabras que se tiran
y yo recojo para intentar salvarlas,
pero que más da, si para intentar
salvarme de la caída, de mi locura,
he de oscurecer la vida.

Sólo quedan percepciones, sólo ecos
que nacen de algún sitio,
sólo una quemazón que arde por dentro.

Cada grito que escucho me recuerda
que yo también me escondo
de las pinturas de vez en cuando,
entre colores opacos, oscuros, tristes
que me hacen protagonista de este paisaje
en que se ha convertido mi vida;
único, tan incapaz de borrarse, de sustraerse,
para saber al final que no se sabe nada,
ni se es, ni no se es,
ni soy relámpago, ni trueno siquiera,
tan sólo una luz más en la noche,
ni un antes, ni un después,
sólo soy un ahora que me convierte
en una estrella más, tal vez fugaz,
que perdura en algún recuerdo...

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