La oscuridad de la noche
cae lentamente sobre mí
mientras me veo sentada
en esta playa del olvido.
Miro mis manos vacías,
las mismas que no se cansan
de buscarte con palabras,
porque mi voz yace quebrada
de llamarte desesperadamente.
Te he escrito tanto...
quizás porque te soñé demasiado,
tanto... que mis brazos ahora
se han quedado vacíos.
Quizás te pensé en un otoño lejano,
buscando entre las hojas caídas
tu mirada, sin poder hallarla.
El papel donde te escribí
se va volviendo amarillo,
lentamente al igual que yo,
envejece...
No dejo de releerlos
una y otra vez,
intentando deterner con ellos
... mi juventud.
Te he llamado sin encontrar
la respuesta de tu voz
mientras que mis brazos
se han cerrado fuertemente,
pero tan sólo encontraron la nada.
Quizás sueñe de nuevo
con un amanecer,
sin saber que mi noche
... ya está llegando.
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Ya no sé que pensar amor.
Ya no sé que pensar...
ya no puedo encontrar la manera
para poder expresate
lo que pienso y siento por ti...
Quisiera cerrar mis ojos,
ver las más bellas cosas,
disfrutar del sol,
cantarte mi amor,
contarle a la luna
de todo mi dolor.
Quisiera dormir
sabiendo que la luna vela por ti,
que no te deja sola, al igual que yo,
que me guiara hasta ti,
que me diera la oportunidad
de intentarlo una vez más...
que tus sueños te susurrara
que te amo, que te extraño,
que tú eres mis razón de sonreír
y quien me hace vivir.
Sólo quiero saber que eres feliz,
que disfrutas de la vida,
que has vuelto a sonreír,
-eres tan especial cuando lo haces-
que has recordado que los sueños...
se pueden volver realidad.
Quiero por último
hacerte saber,
que no estás sóla,
que te adoro,
que siempre susurro tu nombre,
que lo escribo en secreto,
que aún no te olvidan mis labios
cuando de mi boca sales,
que te amo... te amo mi niña.
Un amigo sincero.
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